Cuando los gobernantes de Argentina ondean el tema de las islas Malvinas, los observadores sagaces saben que algo debe andar mal internamente. Esas islas se utilizan en Argentina tal como el río San Juan en Nicaragua, para tender cortinas de humo. Hace casi 30 años, la dictadura militar argentina emprendió una sangrienta aventura intentando tapar sus desastres. Hoy la presidenta Cristina Fernández de Kirchner atiza el fuego del aniversario, procurando ocultar los graves problemas que acosan al país.
A su manejo imperioso de la gestión gubernamental, pues ni siquiera realiza sesiones de su Consejo de Gobierno, Fernández aúna el problema de que la situación económica se le está complicando a pesar de la bonanza de los últimos años. Asimismo, por si faltaba, la ira popular ha escalado por la reciente tragedia del tren bonaerense que costó la vida a 51 personas. Hay múltiples informes que señalan que dicho percance se debió a la desidia oficial y también se sospecha que la inacción obedeció a la corruptela en los altos niveles.
En el 2011, en su campaña para la reelección, Fernández aumentó los subsidios a diversos sectores en un 50% con respecto a 2010, para un récord de $17.000 millones. Se estima que cerca de 30% de la población cuenta con esos recursos para vivir. Con tales medidas compró apoyo, literalmente, pero a costa de desatender el buen manejo fiscal exigido por los problemas de Europa, la posible recaída de la economía mundial y la consecuente reducción de las exportaciones de alimentos.
La demagogia económica siempre sale cara. Las proyecciones indican que en este 2012 el superávit comercial de Argentina se reducirá por segundo año consecutivo. Esto debilita el modelo económico "Kirchner" y va en contra del objetivo del Gobierno de mantener niveles altos de reservas (que están bajando), para honrar compromisos con acreedores por el orden de los $16.000 millones este año.
Vuelta al trueque. Para evitar la sangría, a Fernández solo se le ocurrió bloquear las importaciones y volver al primitivo trueque. En todo el mundo BMW y Porsche venden automóviles. En la Argentina de Fernández, no. Ahí, desde octubre pasado, Porsche exporta vinos y BMW arroz y cueros para tapizados, pues les prohibieron importar los vehículos si no hacían trueque por productos argentinos.
La semana anterior, el diario español ABC relataba que para comprar una humilde plancha, un cónsul extranjero tuvo que viajar hasta Uruguay. Y ya hay faltantes de medicamentos, incluyendo algunos vitales para combatir el sida y el cáncer, porque del bloqueo a las importaciones no se salvan ni las medicinas ni los insumos para fabricarlas a nivel local.
El gasto público desaforado atizó la inflación. Según las cifras oficiales es de 9% anual. Economistas independientes y el Fondo Monetario Internacional cuestionan los datos oficiales de inflación. La revista The Economist fue más allá al anunciar la semana pasada, con el lapidario titular Don´t lie to me, Argentina (No me mientas, Argentina), que dejará de publicar las cifras oficiales, para poder informar mejor a sus lectores mediante estimaciones de fuentes independientes. Se estima que la inflación es al menos de 30% anual. La confirmación la dieron los propios congresistas hace pocas semanas: se aumentaron el sueldo un 100% para compensar la pérdida de valor adquisitivo.
Frenazo. Ante la pérdida de divisas, el problema fiscal y la inflación, la presidenta Fernández ha tenido que dar marcha atrás en su populismo exacerbado y recortar subsidios así como subvenciones de servicios públicos, tan populares en época de elecciones. Y también ha impuesto una nueva versión del "corralito" financiero, haciendo virtualmente imposible comprar dólares para el ciudadano común o repartir dividendos a las empresas con sedes en el exterior.
Como todo esto golpea la popularidad, resulta muy conveniente atizar al máximo posible la disputa por las Malvinas con Inglaterra, aprovechando que en poco más de un mes será el 30 aniversario de esa guerra. ¿Qué el paso es muy riesgoso y puede llevar a un nuevo conflicto al menor error que se cometa? Claro, pero la estrategia es lograr que los cánticos nacionalistas hagan olvidar a los ciudadanos las medidas que impactan la economía familiar y que la situación económica del país se está agravando.
Entre tanto, Cristina tiene la mirada puesta en el futuro: los observadores dicen que están puliendo a su hijo Máximo Kirchner Fernández para que se postule al Congreso y asuma el estandarte familiar. Lo bueno es que debe ser un muchacho muy talentoso: en 2008 creó una consultoría financiera, denominada El Chapel S. A., a la que se auguraba gran futuro. Por supuesto, es mera coincidencia que en ese mismo año su mamá asumía la Presidencia, su papá recién la dejaba, y que ambos padres eran accionistas de la recién formada empresa para dar "asesorías" sobre cómo y dónde invertir.
Entre tanto, mientras pule sus habilidades de orador, el hijo y heredero ya está "practicando". Informes de prensa dan cuenta de su creciente influencia y que se ha encargado de designar a amigos en aquellos puestos claves donde hay dinero y poder en ministerios y empresas del Estado.
Curioso futuro está sembrando Fernández para Argentina. Ciertamente, los cantos de sirena populistas salen muy caros.